La Ayuda de Cooperación del COM Cantabria ha permitido construir un pozo de agua potable en la capital de la República Democrática del Congo

La médico y religiosa misionera cooperante cántabra, Ana María Gutiérrez, ganadora de la Ayuda a la Cooperación Fernando de la Torre del Colegio de Médicos de Cantabria del año 2020, ha invertido la aportación que el Colegio de Médicos de Cantabria donó a la comunidad religiosa en la construcción de un pozo de agua potable en el recinto del colegio de enseñanza que tienen las religiosas en la capital de la República Democrática del Congo


Cantabria medicosypacientes.com/ COM Cantabria
Esta construcción permitirá que toda el área del colegio de las Hermanas Religiosas Esclavas pueda contar con agua potable, es decir, que además del colegio, también se podrán abastecer de este bien tan escaso en esta zona, la comunidad y el vecindario.
 
Ana María Gutiérrez Martínez, natural de Santander, es médico general. Estudió la carrera de medicina en la Facultad de la Universidad de Cantabria. Además, es religiosa Esclava del Sagrado Corazón y misionera cooperante.  Una labor que lleva más de 12 años desarrollando en Camerún y en la actualidad en la República Democrática del Congo.
 
En el año 2020 ha recibido el Premio del Colegio de Médicos de Cantabria a la Cooperación Fernando de la Torre, y desde el primer momento dejó marcado que el premio no es para ella sola, sino “para todos los que trabajamos en estos países, para mejorar la vida de muchas personas”.  
 
Durante su estancia en Santander, para recoger el galardón, agradeció al Colegio la concesión de este Premio, “ya que supone el reconocimiento no solo a mí, sino a mucha gente que trabaja en países emergentes y intentamos un trabajo, en equipo, para mejorar sus condiciones de vida”.
 
Aunque reconoce que se han realizado muchos adelantos, “todavía queda muchísimo por hacer. Hemos avanzado en muchas cosas pero hay mucha gente que no tiene acceso ni al agua potable, en la capital del Congo el 40 por ciento de las personas no tiene acceso a agua potable, y muchos son niños. Ellos son felices con mucho menos que nosotros, no tienen nada y son felices pero cuando llegan dificultades, como la enfermedad, son muy sensibles y dicen que si vivieran en España o en otro país rico no se morirían. La solución es que los países con medios invirtamos allí, es muy fácil decir que no queremos inmigrantes, pero para evitar que estas corrientes migratorias hay que invertir en los países pobres”, explica la doctora y misionera cántabra.
 
En este sentido, la misionera apuesta por la formación del personal local así como crear infraestructuras locales, “este objetivo es muy interesante. Y tenemos que menguar nosotros para que ellos crezcan, dar poder a la gente de allí, ir creando centros de salud, formar a los jóvenes. Esa es nuestra misión”, explicó la doctora.

Pie de foto: Pozo de agua de Kinsasa